Santa Eugenia fue una mártir cristiana del siglo III, venerada por la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa y su festividad se celebra el veinticinco de diciembre y veinticuatro de diciembre respectivamente. Su culto es muy antiguo y se hizo popular por relatos de fabulosos milagros difundidos en varias lenguas. 

Eugenia era hija de un noble rumano, Filippo, que fue nombrado perfecto de Egipto por el emperador Galineo, por lo que se trasladó a Alexandría con su familia: su mujer Claudia, Eugenia y sus hermanos Sergio y Avito. Allí, Eugenia se convirtió al cristianismo con sus esclavos Proto y Jacinto y, como había consagrado secretamente su virginidad a Dios, huyó de casa vestida de hombre para evitar su boda con Aquilino, el hijo del cónsul, y bajo la falsa identidad ingresó en un monasterio masculino.

Siguió fingiendo ser un hombre y con el tiempo llegó a ser abate y su fama se extendió dentro y fuera del convento. Entonces, una noble rumana llamada Melaniza, la intentó seducir, pero al ser rechazada por despecho la acusó de haber abusado de ella. En el juicio, presidido por su propio padre, para demostrar su inocencia tuvo que revelar su verdadera identidad y, después de haber encontrado a su hija perdida, su padre también se transformó al cristianismo. Aun así, fue enviada a decapitar por otro perfecte y fue sepultada  en la Vía Latina.