Àngela Bivern Puig nació en 1787 en Gerona y a los veintidós años fue nombrada comandante de una de las secciones de Santa Dorotea, de la Compañía de Santa Bárbara. La Compañía de Santa Bárbara fue un cuerpo militar femenino creado en 1809 en Gerona por el general Álvarez de Castro para ayudar a los defensores de la ciudad durante el tercer asedio napoleónico, durante la Guerra de la Independencia. El cuerpo reunió ciento veinte mujeres, divididas en cuatro escuadras de treinta cada una, comandadas respectivamente por Llúcia Joanama, Àngela Bivern, Ramona Nouviles y Carme Custy. Llevaban víveres y municiones a los combatientes de baluartes y murallas y socorrían los heridos, ya fuera para organización, para el traslado de los heridos hasta el centro de curación más próximo y, en algunos casos, hasta para colaborar en la lucha. Al fin del asedio habían tenido cinco bajas. Llevaban atado al codo, como característica de la compañía, una cinta roja.

Àngela quería participar en la lucha pero no se lo permitían, así que pagó con su dinero a un soldado para que fuera a la guerra en su lugar, a servir a la Cruzada Gerundense. El año 1814 tuvo la oportunidad de conocer el rey Fernando VII, cuando este regresaba del exilio francés, y de explicarle el papel jugado por las Heroínas de Santa Bárbara durante los asedios. El año 1816 fue condecorada con la Cruz del Asedio de Gerona y el rey Fernando VII, en reconocimiento de su valentía, le otorgó una pensión anual de doscientos cincuenta ducados, la recibió y le besó la mano cuatro veces, dos a la calle de las Ballesterías y otras dos durante la recepción celebrada a los salones de Casa Carles, al igual que a la hermana de Ángela, Magdalena.