Caterina Albert nació en l’Escala en 1869 i murió allí en 1966. Es conocida por su pseudónimo Víctor Català. Fue una escritora catalana (novelista, narradora, autora teatral y poeta), autora de novelas y ganadora del premio a los Juegos Florales. Utiliza el nombre de Víctor Català, nombre del protagonista de una de sus novelas inacabadas, por tal de poder escribir, ya que al ser una mujer no le era permitido.

Era hija de una familia de propietarios rurales, llevó una vida resclosa y no salió nunca de su localidad. Empezó a pintar, leer y escribir como aficiones, por lo tanto fue autodidacta, siguiendo los esquemas literarios del modernismo.

Se dió a conocer en la escena literaria con su verdadero nombre Caterina Albert a los Juegos Florales de Olot en 1998, donde la premiaron por el mejor poema y por un monólogo (La Infanticida). Este último fue un escándalo por la temática y el tono en que estaba escrito, que aumentó cuando el jurado supo que había sido  escrito por una mujer, por lo tanto desde aquel momento decidió firmar bajo el pseudónimo masculino de “Víctor Català” y devino una de las mejores prosistas de la literatura catalana de todos los tiempos.

Sus obras han ejercido una influencia decisiva en el desarrollo de la narrativa del siglo XX. Su obra más conocida es Solitud (1909). Su obra narrativa se desarrolla en cuatro etapas, separadas por largos períodos de silencio sin explicación clara. Huyó del realismo y la objetividad de los científicos de la época y creó un universo totalmente mítico en sus obras, de carácter negro, brutal y apocalíptico, que contrastaba el carácter alegre y espontáneo de la autora. En sus obras se marca un carácter social, presenta un paisaje esquerpo y caótico en el cual el hombre, en general malo y débil, vive radicalmente solo y abocado al fatalismo. Las situaciones presentadas son a menudo casos límites que desembocan en muertes violentas y crueles, que la autora describe de una manera fría y distanciada, con pinceladas de humor negro. Escribió sobre temas como la locura, la violencia, el tracto del entorno, el papel de la mujer en la sociedad, el destino, etc. Resultó  acabar teniendo fama por la sorpresa y el malestar de los críticos enfrente de la situación de una mujer que escribía con persistencia y fuerza expresiva calificadas como “viriles”.

El nombre de la calle en Gerona fue propuesto por el mismo ayuntamiento de la ciudad, y aunque al principio se propuso ponerle el pseudónimo de la autora (Víctor Català), el alcalde del momento no creyó conveniente que un pseudónimo entrase en el nomenclátor y al final optó por ponerle el verdadero nombre de la escritora.